La coalición del gobernante Bharatiya Janata Party (BJP, Partido Popular Indio) del primer ministro, Narendra Modi, parece haber logrado este martes retener la mayoría en las elecciones de la India, las mayores elecciones generales del planeta, lo que coloca al dirigente de la formación nacionalista hindú, de 73 años, a un paso de asegurarse un tercer mandato histórico al frente del país más poblado de la Tierra, según el recuento oficial, que sigue en marcha. La victoria, sin embargo, tiene cierto regusto agridulce, después de que la formación de Modi haya sufrido un rapapolvo electoral que ni las proyecciones ni los sondeos a pie de urna habían anticipado. La alternativa opositora, una alianza de más de 20 partidos capitaneada por el Partido del Congreso (PdC), con Rahul Gandhi al frente, ha logrado batirse mano a mano con el BJP por primera vez en una década, aunque habría quedado sin opciones reales de formar Gobierno.
Con los números aún provisionales sobre la mesa, el actual primer ministro se aseguraría el liderazgo de la India por tercera vez consecutiva, lo que le coloca a la altura de Jawaharlal Nehru, primer jefe de Gobierno tras la independencia. Su mandato estaría sin embargo sometido los próximos cinco años a las caprichosas, fluidas e inestables amistades de la política india, y a una mayor fiscalización de una oposición fortalecida. La caída en el número de votantes indica de algún modo que existe un agotamiento con la era Modi. Pero también subraya la repercusión duradera de un líder que pasará a la historia de la India. Bajo su mandato, el país ha ganado repercusión en la escena internacional y superado al Reino Unido en términos de PIB para convertirse en la quinta economía mundial. Antes del final de este mandato, Modi pretende colocar a la India en el tercer puesto, solo por detrás de Estados Unidos y China.
La Alianza Democrática Nacional, que encabeza el gobernante BJP, habría obtenido 295 de los 543 de la Lok Sabha (la Cámara baja del Parlamento), 47 escaños por debajo del resultado de 2019, según las proyecciones sobre el voto escrutado del medio India Today a las 16:50 horas en Delhi (13:20 hora peninsular española). La oposición, que llevaba semanas avisando de que podría haber sorpresas en el conteo final, se habría asegurado 230 escaños, 103 más que hace cinco años. El BJP, con 243 asientos, se quedaría 60 por debajo de los obtenidos en 2019, mientras que el PdC casi duplicaría su presencia en la Lok Sabha, con 98, según datos oficiales de la Comisión Electoral.
Aunque ninguno de los partidos habla aún de resultados concluyentes, las sedes de ambos partidos han comenzado a recibir la afluencia de simpatizantes. “Modi me inspira. Está haciendo un buen trabajo por India”, dice a la puerta del cuartel general del BJP Ratan Rajan, de 31 años, un voluntarioso ciclista que ha venido pedaleando miles de kilómetros desde el Estado de Bihar, en el este del país. Sobre el transportín acarrea una figura de cartón de Modi casi a tamaño real. Va vestido con una kurta tradicional india de color azafrán, la tonalidad del partido. “Tiene la visión de hacer de India una nación desarrollada. Por eso la gente le ha votado”.
En la sede del Partido del Congreso, el ambiente parece de victoria, a pesar de que los números no suman. Se ve más gente que en la casa del BJP, los tambores retumban más fuertes, la gente se lanza a bailar y agitan banderas de la formación. Por allí anda Aashif Sagar, un miembro del Samajwadi Party (Partido Socialista), una de las formaciones fuertes de la alianza opositora, bautizada India. Asegura estar convencido de que lograrán formar un Gobierno de oposición. Él es de Uttar Pradesh, un Estado gigantesco (el más poblado: 240 millones de personas), agrícola y muy empobrecido, que suele abrir la puerta a la victoria en Delhi. Sin el conteo acabado, la batalla en esta región está muy igualada. “La ciudadanía estaba tan cansada que ha decidido echar al Gobierno”, aporta Manju Dixit, vicepresidenta del Comité de Mujeres del PdC en Nueva Delhi. Cuando se le replica que nada indica que vayan a ganar, añade: “El tiempo dirá. Estamos contentos con la alianza y con la respuesta de la nación”.
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El recuento de los mayores comicios del mundo, que empezaron hace más de seis semanas, ha arrancado en la mañana de este martes, después de que el sábado cerraran las últimas urnas. En este gigantesco acto de democracia han votado más de 640 millones de personas de los 970 millones convocados —más de un 10% de la población mundial—, con una participación de en torno al 66%, según datos oficiales.
Las elecciones se han celebrado en un clima polarizado, con debates que han gravitado en torno a la inflación y el desempleo, el respeto al Estado de derecho y el hostigamiento de las minorías, en particular la musulmana. En la campaña, la alternativa opositora ha acusado al partido nacionalista hindú de Modi de laminar la democracia en la India durante su década en el poder y de perseguir una mayoría suficiente como para forzar un cambio constitucional para borrar de su articulado el secularismo indio.
La India rural ha sido una pieza clave del puzle, como muestra la respuesta electoral en Uttar Pradesh y Rajastán: “La historia se está escribiendo en la India rural”, señalaba uno de los comentaristas de India Today durante su emisión en directo. “La gente no tiene trabajo, quieren algo más que cinco kilos de raciones de arroz”, añadía otra tertuliana en referencia a los programas de ayuda alimentaria lanzados por el Ejecutivo de Modi.
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