La destrucción del avión privado de Yevgueni Prigozhin, el dueño del Grupo Wagner, se cobró las vidas de sus 10 ocupantes este miércoles. La Agencia Federal de Transporte Aéreo de Rusia, Rosaviatsia, ha publicado una lista con los nombres de las personas que supuestamente habían subido a bordo del aparato, un Embraer Legacy 600 bajo la matrícula RA-02795. No hubo supervivientes. A la espera de los resultados de las autopsias, en el avión se encontraban siete altos cargos de la compañía de mercenarios, incluidos Prigozhin y su segundo en Wagner, Dmitri Utkin, dos pilotos y una azafata.
El 23 y 24 de junio, Prigozhin cruzó el Rubicón de su enfrentamiento con el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y con la cúpula del Kremlin al tomar la ciudad de Rostov del Don y marchar con sus militares hacia Moscú para exigir la destitución del titular de Defensa. Tras 24 horas críticas, desistió de su motín con la garantía del presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko, de que su seguridad no peligraría.
En la lista de ocupantes del avión estrellado figuraba también el número dos de Prigozhin, el enigmático Dmitri Utkin (Sverdlosk, 1970). A diferencia de Prigozhin, conocido como el chef de Putin, este excomandante del servicio de inteligencia del ejército (GRU) nunca se mostraba en público. El nombre de la compañía Wagner viene de él, ya que su apelativo de guerra era el apellido del compositor alemán Richard Wagner.
Utkin participó junto a otros comandantes rusos (como Strelkov, del FSB, hoy detenido por sus críticas al alto mando) en las acciones de paramilitares que provocaron la guerra de Donbás en la primavera de 2014, cuando las protestas en Donetsk y Lugansk se apagaban. También intervino en Siria, según el medio ruso RBK. En 2016 apareció en un acto donde el presidente ruso, Vladímir Putin, le condecoró con la Orden al Valor.
El militar también es conocido por la filtración de una foto suya donde se podían ver tatuados en su cuerpo varios emblemas de las Waffen-SS nazis. Pese a que el Kremlin asegura que su objetivo es desnazificar Ucrania, Rúsich, una unidad de los “músicos” [el apodo que reciben los miembros de Wagner] tiene como emblema el Sol Negro, otro símbolo nazi.
Otro ocupante del avión era Valeri Chekálov (Vladivostok, 1976). Apodado Rover, según el diario de San Petersburgo Fontanka, era la tercera pata de Wagner, el responsable de su logística. Era jefe de la empresa Nevá, que tenía multitud de negocios cruzados con las firmas de Prigozhin, y director de su compañía Evro Polis, la cual recibió en 2017 un jugoso contrato del régimen sirio por el cual proporcionaba protección a sus instalaciones de gas y petróleo a cambio de una cuarta parte de sus hidrocarburos.
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De otros supuestos fallecidos poco se sabe, aunque algunos medios apuntan a que formarían parte de la escolta de Prigozhin. A bordo del avión viajaba un veterano de Siria, Yevgueni Makarián (38 años). Apodado Makar, figuraba en la lista ucrania de enemigos Mirotvorets, su padre fue absuelto de un juicio por asesinato hace más de una década, y él se había unido a los mercenarios en 2016. Con Makarián se encontraban Serguéi Propustin, apodado Kedr y miembro de Wagner desde 2015, y el mercenario Alexánder Totmin (Altái, 31 años), también en la lista de Mirotvorets por haber actuado en Sudán. De otro ocupante del aparato, Nikolái Matuséyev, no hay datos.
El comandante del avión se llamaba Alexéi Liovshin. El diario Vesti Novosibirsk entrevistó a un piloto de un cazabombardero Su-34 con el mismo nombre en un show aéreo celebrado en 2018, aunque no se ha confirmado si se trata de la misma persona. Sobre su copiloto, Rustam Karímov, no han aparecido detalles de su biografía.
A bordo del aparato también volaba una mujer, la tripulante de cabina Kristina Raspopova (República Soviética de Kazajistán, 39 años). La mañana de la tragedia publicó una foto en sus redes sociales donde mostraba su desayuno y una maleta con la etiqueta Cabin. Según el canal 74.ru, la víctima era la hermana mayor del fiscal adjunto de la ciudad de Yemanzhelinsk, situada en la región de Cheliábinsk.
Una fuente de aquel canal relata que Raspopova se marchó a Moscú para hacer carrera. Allí fue contratada por la empresa MNT Aero y no contó a su familia que viajaría con el jefe de los mercenarios, solo “con alguien importante”. “Solo sabía que trabajaba en un avión de negocios de los que se alquila a cualquiera que pueda permitírselo”, relataba esta persona cercana a la víctima.
De la cárcel a dirigir un emporio millonario
Sobre la trayectoria de Prigozhin (nacido en 1961 en Leningrado, la actual San Petersburgo) se ha escrito mucho desde que comenzó a levantar la voz a finales del año pasado contra su gran rival, el ministro Shoigú. En su juventud pasó nueve años en la cárcel soviética por robo, pero la crisis económica que atravesó Rusia en los años noventa del pasado siglo le dio una nueva oportunidad.
Fundador de la empresa de cátering Concord, Prigozhin conoció a la emergente élite rusa en sus restaurantes de aquella ciudad, donde Putin se abría camino al mismo tiempo hacia la presidencia. Nunca dejó la restauración, pero poco a poco fue asumiendo las tareas sucias del Kremlin. Fundó la fábrica de trolls que agitó las redes sociales y elecciones de algunos países occidentales; y creó el Grupo Wagner en 2014. La compañía de mercenarios actuaría como brazo del ejército en aquellas acciones en el exterior cuya autoría no quería asumir el Kremlin, desde el apoyo al régimen sirio a Donbás, pasando por la protección de gobiernos africanos a cambio de sus minas. Por todo ello, logró unos beneficios millonarios.
Prigozhin no formaba parte del círculo íntimo de Putin, como Shoigú. Ni siquiera pudo derrotar a su enemigo en San Petersburgo, el gobernador de la ciudad, que le negaba muchas licitaciones. Su enfrentamiento con el ministro de Defensa escaló a medida que Wagner se desangraba este año en la ofensiva de Bajmut y reclamaba la llegada de municiones. Si en primavera llegó a llamar “perra” a Shoigú, el tono de Prigozhin fue a más y en mayo señaló directamente al líder ruso por no llegarles armamento: “Y el abuelo feliz piensa que está bien”.
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