‘El que brilla grande’. Esta es la traducción del nombre del, otra vez, campeón del mundo de gimnasia artística, Daiki Hashimoto (86,132). Y así brilló él, su oro, y el que consiguió el martes con Japón en el Mundial de Amberes. Es el primer hombre en ganar dos títulos mundiales consecutivos desde que la leyenda japonesa Kohei Uchimura lo hiciera. Le quitó polvo a la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Tokio que lo llevaron a ser el vencedor más joven de la historia en all around, y demostró cómo y por qué destronó a los gimnastas dominadores de la última década.
La presión hizo mella en él durante las primeras rotaciones. Pero el japonés estaba acostumbrado la presión desde su infancia al tener dos hermanos mayores gimnastas, y se recompuso. Se deshizo de los fantasmas de que sus dos compatriotas le superasen en la clasificación, y subió al podio tras una larga lucha con su compañero Kenta Chiba. El ucraniano Illia Kovtun (84,998) conquistó la plata y Frederick Richard (84,332), el bronce. Hacía 13 años que un estadounidense no subía al podio del concurso completo. El español Thierno Diallo (79,932), por su parte, se colaba en su primera final de un campeonato del mundo tras tres bajas y las molestias de Néstor Abad, aunque solo logró la vigésima posición.
Los 24 gimnastas salían uno a uno, listos para la prueba reina. En suelo empezaban los mejores deportistas de la clasificación. Hashimoto tenía que vigilar de cerca al jovencísimo estadounidense Fred Richard, que se colocaba primero rápidamente con un 14,633, y a los británicos James Hall y Jake Jarman. Sin olvidar a su compatriota Kenta Chiba, que terminó primero en la clasificación en el que es su primer Mundial a pesar de su veteranía. La presión parecía hacer mella en el japonés, que no clavaba sus aterrizajes y rozaba la caída al final de su rutina. No podía conseguir más de un 13,466. No empezaba bien, y caía al puesto 17. En salto destacaba el turco Ahmet Onder, segundo al terminar la primera rotación, y en anillas Sun Wei, aparato estrella para China.
Sobre el potro con anillas, Hashimoto no se podía permitir fallar. Serio, callado. Aprovechaba los 30 segundos que los jueces le dan para empezar su rutina. Fuerte, se recreaba en la salida, y al caer celebraba, pero no sonreía. Sabía todo lo que se jugaba, y remontaba posiciones al marcar un 14,366. Aunque no las suficientes: Chiba trabajaba más limpio, se ponía primero y se volvía el rival directo de Hashimoto al marcar un 14,800 en el mismo aparato. Un punto los separaba. Entre medias se colaban el brasileño Diogo Soares, Wei, Jarman y Florian Lagenegger.
España no corría la misma suerte. Diallo, salía de la vigésima posición y subía tres después de superar sus dos peores aparatos y marcar un 14,133 en salto, con una décima de penalización. Mientras, en anillas, los seis mejores se apretaban. Hashimoto seguía nervioso. Marcaba un 14,000 y le recortaba tres décimas a Chiba, que seguía por delante y que sonreía sentado mientras la cámara le enfocaba. Y con una actuación brillante de Wei en paralelas, recuperaba la primera posición que no pudo lograr con China en la final con equipos. A la fiesta de los seis primeros se sumaban el belga Luka Van Den Keybus, que estaba en casa y el público se lo hacía saber, y el ucraniano Illia Kovtun, vigente campeón en paralelas que lo demostraba al marcar un 15,166.
12 medallas olímpicas y mundiales
Hashimoto mantenía el calor corporal con su abrigo. Se concentraba cerrando los ojos. Estaban en el ecuador de la final. Se la jugaba en salto, y la clavaba con una triple pirueta. Celebraba con rabia, con ansía, el 15,000 del jurado. Le servía para ponerse por encima de su compañero Chiba, que tropezaba con el salto y salía de las posiciones del podio, pero no de Wei, que lideraba.
Los seis primeros estaban en menos de un punto a falta de dos rotaciones, y todo estaba por decidir. Las sonrisas de Kenta se contraponían a la seriedad de Daiki, que clavaba el ejercicio en paralelas con un 14,800. Pero aún le quedaba la barra horizontal, su especialidad. Las medallas se decidían en el aparato donde a Richard se le resbalaba la mano y caía en plancha. Donde también es campeón olímpico Hashimoto, que deleitaba con un 14,500. Y por fin reía. Dos veces se caía el chino Wei en potro, y otra lo hacía Kenta.
Ambos perdían el podio, a los que subían Kovtoun, segundo, y Richard, tercero. Daiki se enfundaba la bandera de Japón. Había vuelto a hacerlo, y había aumentado su palmarés: 12 medallas olímpicas y mundiales. Daiki ya afirmó que su intención es lograr lo que Uchimura no pudo: encadenar tres títulos olímpicos. De momento, ya sigue su camino en los mundiales. Y tiene la edad, el talento y el nombre.
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